La interacción que tu bisabuela tuvo con el medioambiente ahora es responsable de tu sobrepeso. Ya no culpes más a tu dieta; la genética se lleva todos los galardones.
No solo la comida que ingerimos es la responsable de cómo nos estructuramos por dentro, sino que el entorno es también responsable en gran parte de esta situación. Se ha descubierto que cuando inhalamos los plastificadores presentes en los envases plásticos o cuando nos exponemos al hidrocarburo, el combustible de los aviones, las células absorben toxinas que se transmiten por el ADN e impactan en la tercera generación más que en la segunda o en la propia.
La consecuencia más directa de estos contaminantes es la de generar una predisposición en el organismo que deriva en el sobrepeso. Lo curioso es que resulta más afectada la bisnieta de quien los absorbió, que la persona misma o su descendencia más directa.
Siempre existe la tendencia a creer que en el pasado todo era mejor. Incluso si nos centramos en la obesidad, llama la atención que en la generación de tu bisabuela, la tasa de obesidad era del 5%, mientras que en la actualidad es casi del 50%.
Lo primero que pensamos al ver estos datos tan alarmantes, es que algo estamos haciendo mal.
Sin embargo, no paramos de ser testigos del advenimiento de nuevas dietas y de toda una filosofía de alimentación que también abarca el bienestar general. ¿Qué ocurre entonces cuando ninguna de estas prácticas orientadas a la pérdida de peso de forma natural surte efecto? Es allí que nos resulta imperioso remontarnos a la época de nuestras bisabuelas.
El biólogo molecular Michael Skinner llevó a cabo dos estudios con respecto a las consecuencias de la absorción de los contaminantes ambientales. Lo que descubrió fue que estos se quedaban acechando a nivel del ADN para salir a hacer estragos dos generaciones más tarde.
Es posible que hayas pasado años culpándote de tu sobrepeso, cuando en realidad la responsabilidad era del propio medioambiente que existía cuando tu bisabuela era joven y delgada.
Nuestras antepasadas no manifestaron los síntomas de la exposición a los tóxicos porque el ambiente estaba más limpio cuando sus propias bisabuelas hicieron su pasaje sobre este mundo.
Lo que jamás imaginaron es que en ellas se estaba gestando la semilla de la obesidad.
"Lo importante debe ser expuesto al público en general con cada detalle" Fentigo